Para el filósofo griego, Epícuro, la amistad era concebida como una necesidad humana. La exaltaba como una de las mayores virtudes  en busca de una vida buena y feliz. Por su parte el gran Aristóteles, decía que «si los ciudadanos practicaran entre sí la amistad, no tendrían la necesidad de la justicia.

La amistad es: afinidad, correspondencia. La amistad equivale a una frecuencia en el trato, se hace habitual el compartir vino y plato. En una de sus poesías, el Vate Samuel Ruiz Cabañas, decía en relación a sus amigos: «Este me da su alegría, y aquél me da su consejo; viva la sabiduría, del fragante vino añejo.»

He tenido la suerte de contar con la amistad del Maestro Lic. José Muñoz Cota, quien junto con un grupo de amigos se reunían en una peña cultural en el restaurante Kikos, -hoy desaparecido, -en Reforma, cerca del Caballito de Carlos IV. Se buscaba en aquellas tertulias, intercambiar conocimientos y anécdotas; amistad que perduró no obstante me cambié a vivir a la ciudad de Toluca, México.

En otra época, recibía relación epistolar con aquel gran orador, misma que guardo con respeto y cariño hacia el maestro. Ahora al paso de los años, he valorado más a mis amistades, entre quienes quiero mencionar al lic. Rubén Robles Moreno, al Profesor Roberto Selvas Sansebastían, entre otros, sin olvidar a los fallecidos, aquí en Tuxtla: Jorge Paniagua Herrera y Carlos h. Selvas.

A propósito de la «Amistad», el célebre filósofo Miguel Jimenez Igualada, en alguna ocasión disertó sobre este tema, llorando los presentes en aquel evento, entre quienes podemos mencionar a Dn Salvador Pruneda, pionero del cine mexicano, ya fallecidos ambos.

No hay que olvidar que la amistad, es una gran ventana donde puede uno asomarse al mundo, y que el amigo es uno que sabe de tí y a peser de ello, te quiere.